viernes, 25 de marzo de 2011

Ocultos tras la cortina

La ventana, la cortina,
los aires se han puesto al sol
como un fular de primavera
y brama el gentío abajo
mil gargantas de cantina.

La ventana, la cortina,
y las ráfagas furtivas que se cuelan
en esta estancia abierta
donde brotan templadas confidencias clandestinas.

¿Lo oyes?
Algarabía de risas,
coches, gritos,
pasos, pitos,
soles, charlas,
saltos, prisas,
flores, almas,
ritos, brisas...

Y tú,
tu susurro gemido en el oído
como un secreto perdido entre la gente.

Y casi en la calle,
regalando fragancias respiradas
mientras chocan vasos,
gritan niños
y cruje la goma de los coches
a su paso caldeado en el asfalto...

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lunes, 14 de marzo de 2011

Un ruido sin nombre



Tener una inminencia de ruido sienta muy bien. Hay quien lleva tesoros, países, palabras, imágenes, imposturas o quejas ocultas bajo la piel, pero llevar ruido por dentro te otorga la emoción de la inminencia de un traspiés al tiempo. Porque si la luz es la materia de la pintura, las palabras de la literatura o el vacío el fundamento del arte moderno, el tiempo (y no el sonido) es la materia de que está hecha la música. Tiempo condensado en ruido. Ilusiones de atemporalidad. Fantasías de eternizar un instante.

Así que tengo una inminencia de ruido fraguándose entre mis entrañas. Empieza como un algo indefinido y poco a poco se va formando el feto: lo reconozco enseguida, “niño, tú vas a dar guerra, ¿verdad chiquitín? Te cuidaré hasta entonces”. Pronto me encerraré y dejaré nacer a la criatura. Mientras tanto, ella me susurra sus trucos de atemporalidad. “Ya verás qué divertidos pasan los segundos”. Como si el tiempo saltara sobre el mismo sitio. “Pero yo te pondré los debidos acelerones...”

Va a nacer, y yo sé de qué sexo es, de qué color tiene los ojos, si será alto o bajito y si será rudo o agradable. Lo tengo todo, pero he de darle una psique. Psique en español, quejumbrosa, irreverente y muy enfadada... Aún he de darle mente, historia y frustración: tengo un capricho antropocéntrico...

Ruido, ruido...

Lo oigo, y pide paso...

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martes, 8 de marzo de 2011

Abuelo-globo



El abuelo había muerto. Era verano. Los aspersores de los vecinos silbaban calor de moscas y libélulas. Todos aguardaban el funeral. Su nieto Vicente llegó derrapando con el coche. Todos lo oyeron llegar desde el interior. Entró apresuradamente y se dirigió al féretro.

- ¡Ha llegado el momento, amigos!- dijo entre efluvios alcohólicos. Algunos se acercaron para detenerlo.
- ¡Cuidado!- gritó mientras encañonaba a su primo con un arma- la voluntad de los muertos es la voluntad de los muertos, pero yo hoy estoy completamente vivo, ¡y voy a hacer lo que tengo que hacer!

Todos se alejaron, algunas mujeres empezaron a llorar. El ambiente estaba tenso como el aire eléctrico que precede a una tormenta. El recién llegado tiró el ataúd y se echó al difunto sobre la espalda, camino del jardín. Todos murmuraban pero nadie se atrevía a hacer nada para detenerlo. Vicente encañonó a todo el que se interpuso en su camino. Ya en el jardín, dejó el cadáver sentado sobre una silla de madera junto a una bonita mesa ideada para sueños de mermelada bajo la sombra de algún árbol con espíritu de celofán. Ante la vista de todos, regresó al coche. Dos tíos suyos intentaron aprovechar la ocasión para devolver al abuelo a su lugar, pero no les dio tiempo. De regreso del coche, cargado con una manguera y una extraña bombona, los detuvo con varios disparos en el aire. Una vecina se asomó por la ventana.

- ¡Usa este teléfono!- le gritó, mientras se bajaba la bragueta y se la enseñaba- ¿tienes miedo? ¡Coño, ya es un logro! ¡Váyase a tomar un poco de por culo, zorra chismosa!

La vecina cerró la ventana y Vicente devolvió al abuelo a su asiento.

- ¡Feliz Navidad!- gritó mientras golpeaba con la mano el hombro del difunto.
- ¡A ver, tú!- gritó a uno de sus sobrinos- quédate junto a la bombona; cuando yo te diga, ¡abre la válvula!

El pequeño miró a su padre y este asintió.
Vicente metió un extremo de la manguera en la válvula de salida de la bombona.

- ¡Quédate aquí!- le susurró al oído al niño- ¡Ya verás qué divertido!

El otro extremo lo aseguró en la boca del difunto con toda clase de cintas adhesivas, además de anillas metálicas para reforzar el cierre con los labios muertos.

- ¡Niño!- gritó, una vez listo- ¡abre la válvula!

El pequeño, advertido por los gestos de sus padres, no respondió, bloqueado. Vicente se dirigió apresuradamente hacia él, y éste corrió a esconderse tras ellos. Pero Vicente continuó el mismo camino hacia la bombona con la misma determinación.

- Boñigas bonitas...- murmuró Vicente, y sin más dilación abrió la salida del gas.

El abuelo empezó a inflarse con el nitrógeno como si fuera un globo, y a los pocos segundos empezó a flotar sobre el césped. Cuando ya estaba completamente redondo y deforme, Vicente disparó con su arma al nuevo globo.

El hidrógeno explotó, todo explotó.

Vicente regresó al coche cubierto de vísceras y sangre. No hacía más que repetir “feliz navidad, feliz navidad, feliz navidad”. Nada había funcionado. Seguía con un agujero negro dentro del cuerpo que se lo iba tragando todo. No lo hacía ni lenta ni rápidamente, sino que lo engullía todo a un único ritmo eternamente inadecuado para nadie, lento, pero imparable.

La luz amarilleaba. Todo adquiría poco a poco el aspecto de una extraña sala de paso...

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viernes, 4 de marzo de 2011

Clasicismos & Monfragüe criatures



Ella estaba sola, esperando para entrar en el baño. Él la vio y se fue directo a ella.

- Hola, ¿tienes un cigarro?
- No, no me quedan- dijo ella.
- Ah, bueno, pues toma uno de los míos- dijo él, sacándoselos del bolsillo.

Ella lo miró sorprendida, y luego tomó uno. Los encendieron.

- Bueno, ¿estudias o trabajas?- dijo él con ironía.
- Y tú- respondió ella, tras un cambio de gesto- ¿estudias o trabajas?
- No sé, pero tú... -la tomó por la cintura del vaquero y se la acercó- ¿estudias o trabajas?
- No sé- las manos alocadas de arriba a abajo- ¿Y tú ?
- Ni idea- picos, magreos- ¿y tú?
- No sé...
- (...)
- (...)

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miércoles, 2 de marzo de 2011

Prendas

Cuando llevas la noche del mar prendida de ti como océanos de oscuros enrejados,
y te pones la mirada de la sombra que trae como túnica
un vestido de contornos que atrapa tu olor a luna,
eres noche.

Y bajo el sol luces la noche y sus ráfagas de viento con una mirada tuya,
sólo un movimiento, sólo una bruma,
sólo una música...

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