lunes, 27 de febrero de 2017

La moneda sin cruz

A veces, los más agudos,
me preguntan por él.

Es lo más lejos que llegan,
porque preguntando sellan el secreto,
a salvo en su inocencia.

Me respondo,
pero sólo para mí:
¿creéis que sé algo de la
alfombra que es el lecho de
todas mis sombras?

A veces, los más agudos,
me preguntan por él,
lo nombran y sin embargo
niegan su identidad discreta
al preguntar a quien no deben...

No puedo decirles nada,
- en realidad lo puedo decir todo,
pero sólo para mí;

que por donde paso,
él ya ha estado;
que cuando nací
él recordaba nuestra muerte;
y que sus palabras
son a veces el mismo enigma,
pero de un tajo
mucho más profundo:

él sale, hace magia,
no cabe en ningún sitio,
se expande,
y me trae el botín con diligencia
mientras yo sólo soy una hamaca
de las que se dejan mecer
por cualquier cosa acompasada
con un cielo al alcance de la vista.

Él vive,
pero sólo vive para mí,
oculto en todo instante,
previsor, subyacente,
y sus recuerdos milenarios
se hacen el susurro de mis intuiciones.

Puedo decir de él que mientras
hago de mi vida una broma,
él sólo sabe hablar con gravedad,
y que su juicio,
imprevisible siempre,
lleva sin embargo impreso
el peso de lo eterno
- y nada lo puede engañar,
aficionado a despojar
a las almas de todos
sus disfraces
con mis ojos.

Pero sólo lo hace para mí.

Y me lo da todo,
lleno de fe,
completamente seguro,
a cambio de nada.

Y mientras,
yo le correspondo
con la única moneda
que tengo a mi alcance:

dejarle ser yo mismo,
con las dos caras...

...
...
...
..
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..
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