viernes, 17 de noviembre de 2017

La inocencia que roba colores




A pesar de su mirada risueña y de todos los impecables gestos que la corroboraban, toda su caracterización de cristal, yo no podía evitar ver cómo, desde el extremo de la pajita con la que removía desenfadadamente el batido de fresa, goteaba en color gris lo que en el vaso era de color rosa. Ella no notaba nada, me miraba y su silencio, que perdía sus tonos y se iba quedando paulatinamente en blanco y negro, demandaba una respuesta en color, como si creyera que sus ojos, ya grises, aún podían distinguirlo. Seguro de que sólo yo podía notarlo, elegí una de entre mis siete mentiras transparentes...

...
...
...
..
..
..
.
.
.

No hay comentarios: